Aquella noche Pedro iba a salir con la hermosa mujer que había visto el día anterior y de la que ni siquiera sabía el nombre. Había bastado enviarle una tarjeta de su trabajo, garrapatear al dorso la frase “ ¿Creés en los sueños?”, y mandársela a través del mozo, con la indicación de que se la entregara en privado. Al día siguiente la conversación había sido breve: sin identificarse la dama le había respondido “Sí, creo en los sueños”. Él supo de inmedito de quién se trataba y sin más explicaciones le había dicho:“Yo también... Entonces nos vemos esta noche. Chau”,cortándole sin más... Un extraordinario golpe de efecto, propio de un maestro. El que no hubiera indicado el lugar de la cita la iba a mantener pendiente todo el día. El que no la pasara a buscar, iba a demostrarle quién estaba al mando... Para cuando se encontraran, en el mismo lugar que el día anterior, ella ya iba a ser suya.
****************************************************************************
El resto de aquel día Mariana lo pasó en la clínica, junto a su hijo. El chico parecía recuperarse con rapidez. Había nacido con un test de Apgar de apenas tres sobre un total de diez, subiendo espontáneamente y en poco tiempo a siete: Fernando Pedro parecía aferrarse a la vida con desesperación.
Cuando ya era de noche, Mariana volvió al Convento. Al entrar a su cuarto encontró un inmenso ramo de rosas rojas sobre la cama. Su corazón se paralizó al ver la tarjeta: no tenía firma, pero ella conocía muy bien aquella caligrafía. El texto era simple: “Felicitaciones a la nueva y valiente mamá” Mariana tomó el ramo y, así como estaba, se lo llevó a Flavia al cuarto. Ella se emocionó mucho al verlo. Era el primer ramo de flores que recibía en la vida.
—¿Quién me lo manda? —preguntó.
—No sé. No tiene firma.
—Seguramente debe ser del papá de las tres nenitas...Dice que fue novio tuyo, y siempre me hablaba muy bien. Es un tipo muy dulce.
Mariana sintió un pinchazo en el corazón y calló.
Aquel había sido un día demasiado largo.
****************************************************************************
Durante los tres días subsiguientes al nacimiento, Flavia no había querido ver a su hijo, a quien se refería únicamente como “el bebé”. Tampoco estuvo de acuerdo conque le extrajeran leche para amamantarlo.
Mientras tanto el dinero de Mariana había corrido con tal rapidez que se había acabado, y las hermanas tuvieron que usar parte de un fondo solidario para subsidiarla. Por supuesto, ella no había estado ociosa en el Convento. Le bastaron aquellos pocos días para poner en orden las cuentas, y la limpieza de la cocina, un tanto descuidada últimamente por la anciana hermana Marta. Pero cuando el cuarto día comenzó, y el Dr. Herrera le anunció que iba a permitirle llevarse el bebé de la clínica, Mariana corrió a comprar el pasaje para Buenos Aires.
Tenía cuatro días para arreglar las cosas con Flavia, instalarse con el bebé, y volver a su antiguo trabajo, hasta que comenzara el nuevo.
*****************************************************************************
Aquella tarde, como todas las otras durante su estadía en el Convento, Mariana fue a Misa de siete. Necesitaba rezar y calmarse. Encontrar el punto de apoyo. El Centro que diera sentido a las demás cosas.
Estaba aterrada. ¿Cómo iba a ser su vida con un hijo?¿Cómo iba a arreglarse sola en Buenos Aires? El ritmo de la ciudad era enloquecedor, y un mejor trabajo no sólo implicaba un mejor sueldo.
Observó las paredes de la Iglesia. Eran como su casa...¿Y si no volvía nunca más a Buenos Aires? ¿Si criaba a su hijo allí, al amparo de las hermanas y el Convento? Y le bastó pensar así, para que sintiera unas manitos frías apoyarse en su pierna. Bajó la mirada y reconoció aquella cabecita con un pelo rubio enmarañado. Se dio vuelta y lo vio.
José Luis.
El mismo José Luis conque había estado a punto de casarse cinco años atrás. Con algo más de panza, pero básicamente el mismo. Excepto por dos cosas: el bebé que sostenía en sus brazos, y la pequeñita que se abrazaba a sus piernas.
Él le devolvió la mirada y sonrió. Mariana volteó su cabeza hacia el altar. Otra vez se sentía como aquel día en que había llevado la ropa de Pedro al lavadero. Otra vez estaba así, mirando hipnotizada los giros de la máquina, y viendo su propia vida girar, impotente.
**************************************************************************
Cuando Mariana se había marchado a estudiar a Buenos Aires, hacía ya cinco años, dos meses y cinco días atrás, José Luis había quedado devastado. Ya nada le importaba, y por eso había aceptado con mansedumbre el matrimonio con Vanina, arreglado por los padres de ambos. Pero nunca había podido amarla. Al menos no como a Mariana.
Durante los primeros años juntos, aquel era un nombre que nunca se pronunciaba en su casa. José Luis se había recibido y había comenzado a trabajar a tiempo completo, tratando de estar alejado lo más posible de su mujer y su hija Dolores. La vida para Vanina, que siempre había amado a José Luis, llegando incluso al punto de traicionar por él a su mejor amiga, comenzó a volverse insoportable. Se pasaba el día y las noches llorando. El matrimonio iba al más completo fracaso... Hasta que la Hermana Clara intervino. Ella había insistido para que emprendieran un viaje juntos, lejos de las familias y del cuidado de la bebé, que había quedado a su cargo, en el Convento.
Al regresar se los veía distintos, más unidos. Otro resultado de aquel viaje fue el nacimiento de su segunda hija, a la que llamaron, de común acuerdo, Mariana. Al poco tiempo llegó la tercera: Vanina. Todo parecía marchar bien, pero las culpas y recriminaciones encubiertas nunca cesaban del todo. Incluso la misma tarde del accidente de Vanina, habían peleado ácidamente. Y es que José Luis, por más que se esforzaba, no podía querer a sus hijas por igual. Y aquella tarde fatal su esposa se lo había recriminado: “Siempre preferiste a Mariana”, le había dicho. Y él, sin atreverse a mirarla, había asentido en silencio. Bastó sólo eso para que ella comprendiera que ya no hablaban de sus hijas....Dolida y llorosa, había subido al auto rumbo a casa de su madre. Y fue en la misma curva en que casi veinte años antes habían muerto los padres de Mariana donde, por una cruel casualidad, ella perdió su vida.
Quizás por la neblina.
Quizás por su desdicha.
*****************************************************************************
Cuando José Luis supo que Mariana iba a adoptar un hijo y que iba a ir a buscarlo allí, a Mendoza, no pudo volver a aquietar su corazón. Amaba a esa mujer tanto como la había amado aquel día, hacía ya once años, en que la había visto decir su discurso, vestida de uniforme. Deseaba a esa mujer ahora con el mismo deseo tan fuerte que lo había obligado a recurrir a Vanina para aplacarlo. Era capaz de aceptarlo todo por ella, de sacrificarlo todo. Mariana le pertenecía legítimamente y había llegado la horade ir a buscarla.
Dios la había vuelto a poner en su camino justo cuando más la necesitaba. Milagrosamente se encontraban, cinco años, dos meses y cinco días después, en el mismo punto en que se habían perdido el uno del otro. Y esta vez no estaba dispuesto a permitir, de ninguna manera, que eso volviera a pasar...
*******************************************************************************
Mariana había vuelto al Convento llevando a su pequeño hijo en brazos. Nunca había sostenido a alguien tan chiquitito y frágil, y estaba entre asustada y conmovida. De inmediato había ido a buscar a Flavia para mostrárselo, sólo para descubrir que había escapado durante la noche, sin siquiera pedirle los mil pesos pactados. Ahora sólo estaban ella y el bebé. Y fue terrible.
Cuando Ferni comenzó a llorar, a los pocos minutos de su llegada, Mariana intentó calmarlo con la leche maternal. El chico la rechazaba, vomitando lo poco que llegaba a sus labios. De inmediato probó mudándole los pañales, los primeros que cambiaba en toda su vida, llenos de una pasta dorada que era incapaz de dominar sin mancharse o ensuciar al bebé. Después intentó acunarlo, pero él gritaba más fuerte... Entonces llegó la Hermana Clara (¡Dios la bendiga!), puso al bebé sobre su hombro, golpeó su espalda hasta que eructó, le ajustó el pañal, y luego lo acostó boca arriba a dormir. En dos minutos de nuevo reinaba la calma en aquel cuarto.
Excepto que ahora era Mariana la que no podía parar de llorar.
*******************************************************************************
Otra vez Mariana se encontró con la pequeña Dolores en el pasillo. Pero esta vez el ánimo de la nena era alegre.
—¿Vos te llamás Mariana, como mi hermanita? —le preguntó a modo de saludo.
—¿Tu hermanita se llama Mariana?
—Zi.... Y la bebé se llama Vanina, como mi mamá...¿Voz sabés quién ez mi mamá?
—¡Sí!... Yo quise mucho a tu mamá. Era mi mejor amiga... Tenía los ojos igualitos a los tuyos.
—Mi mamá ze fue al cielo —informó con tristeza Dolores.
—Ya sé, ya me contaron.
Mariana no pudo evitar alzarla. Esa nenita la conmovía...
Fue entonces cuando sintió unos poderosos brazos que la rodeaban por atrás. Era José Luis. La pequeña Dolores se tiró hacia su padre, que apenas pudo atajarla.
—Hola.
Y bastó aquel tibio saludo para que Mariana se sintiera inundada del inmenso amor que aquel hombre aún conservaba por ella. Se adentró en la tristeza de sus ojos claros... y se compadeció de él.
Quería a aquel hombre. Tanto como había querido a Vanina. Y por más que ahora lo intentaba, no podía encontrar rencor en su corazón. Sólo un cariño profundo.
*******************************************************************************
Aquella noche, mientras paseaba a Fernandito, tratando inútilmente de calmarlo, Mariana no dejaba de interrogarse.
Pedro le había enseñado a sentir la necesidad de un hombre, y ahora la cercanía de José Luis la confundía en más de un sentido. Era fuerte, viril, y parecía dispuesto a protegerla, justo ahora que se sentía tan débil. Y era evidente que en verdad estaba enamorado de ella. Él nunca había dudado en comprometerse, porque su amor alcanzaba para eso y mucho más... Incluso para no preguntar cuando ella accidentalmente lo había llamado Pit.
José Luis la quería a pesar de todo, y estaba dispuesto a perdonarlo todo, sin cuestionamientos. Y Marianaa estaba demasiado sola.
******************************************************************************
A las visitas de la pequeña Dolores al cuarto del bebé, siguieron las de su hermanita Mariana. Las dos preguntaban fascinadas, y Mariana estaba encantada de responder. Tenían la chispa de su madre y la seriedad de su padre.
Durante aquellos pocos días todos comenzaron a tener esperanzas de que Mariana y José Luis volvieran a reunirse. Hasta los padres de Vanina sentían que aquella muchacha que tantas veces habían albergado en su propia casa, y cuyo buen corazón conocían, era lo mejor para sus pobres nietas. Ni que hablar de la madre de José Luis, que por primera vez en aquellos últimos cinco años veía sonreír a su hijo .Incluso las hermanas comenzaban a habituarse a la idea de volver a tener la ayuda de aquel tesoro que todavía no se resignaban a haber perdido.
Todos albergaban esperanzas....
*******************************************************************************
Pedro se revolvió en su cama, que por efecto de la decoración de Ayelén se había vuelto inmensa, y apenas levantaba unos centímetros del suelo. Ya no conocía su propio departamento: aquella mujer increíble con que ahora compartía su vida lo había cambiado completamente, siguiendo las reglas del Feng shui, y dándole los colores de la tierra. Todo parecía fresco... Un nuevo inicio. Su nueva compañera casi no hablaba, pero bastaba verla desplazarse con su andar felino para que a Pedro se le alegrara el alma.
Cada noche de sexo junto a ella era inigualable: él no tenía que hacer nada, era ella la que arrancaba el placer de su cuerpo. Conocía las técnicas más antiguas y complejas para satisfacer a un hombre. Sexo tántrico, o algo así... No importaba. Por primera vez desde la partida de Mariana, Pedro había vuelto a recuperar el sueño.
Dio una vuelta más y pudo contemplar a Ayelen en posición de loto, desnuda frente a la ventana. El olor a sahumerio inundaba el ambiente, (un poco fuerte, quizás), y Pedro por primera vez en mucho tiempo se sintió feliz.
—¿Por qué no te quedás? —le propuso, al verla levantarse.
—¿Esta noche? — preguntó Ayelén con su voz grave y algo ronca.
—Siempre.
****************************************************************************
Era de noche y Mariana había salido para cerrar la puerta del Convento como lo hacía cada noche desde su llegada.
La luna estaba llena e iluminaba el parque. La briza era serena y templada. Mariana respiró aquel aire de su infancia, de su tierra. Ese era su lugar en el mundo. Y el de su hijo. Allí iba a poder ser libre, como siempre lo había soñado, alejada del miedo y la soledad. Lejos de Buenos Aires, y su ruido...
Lejos de Pedro.
Entonces sintió que alguien la abrazaba. Era José Luis que comenzaba a besarla y acariciarla con desesperación, con toda esa necesidad por ella que había arrastrado durante la mayor parte de su vida.
Mariana lo dejó hacer. Quería a ese hombre. Amaba su bondad, su generosidad, su forma de protegerla...Pero cada beso le hacía percibir más claramente que lo quería..., pero que no lo amaba. Entonces lo detuvo. Y le habló de Pedro. Y de su amor sin esperanzas. Y de que por mucho que quisiera mandar sobre sus sentimientos, (¡y como lo hubiera querido!), su cuerpo y su alma ya tenían dueño, aunque éste no tuviera intenciones de cuidar su propiedad. No podía hacer el amor con José Luis porque no tenía amor para él. Sólo aquella ternura de amiga, que a los dieciocho años le hubiera bastado para entregársele, pero que ahora no le alcanzaba....No quería mentirle. No quería casarse con una mentira. No quería traicionarse a si misma por miedo o comodidad.
Quería una chance de ser feliz.
Quería su libertad.
YA FALTA POQUITO PARA EL REENCUENTRO!!!! NO SE DESESPEREN JAJA
VOTEN EN LA ENCUESTA QUE DEJE... QUEDAN 4 DIAS!!! ACUERDENSE QUE EL VOTO ES SECRETO, UNIVERSAL Y OBLIGATORIO... JAJA
BESOS... MIKITA
domingo, 25 de abril de 2010
"Deliciosamente vulnerable" cap 36
Etiquetas:
adaptacion,
adopcion,
buenos aires,
convento,
mendoza,
monjas
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
6 comentarios:
loka
loka
loka!
asii me pongoo!
asiii estoy!
como no voy a desesperar?
nos pedis q no nos preocupemossss perooo no puedoo dejar de maquinarmeee!!
:)
besitosssssssss
Awww quiero el reencuentro!!!!!!!
cuantos caps dura la nove?
besooooos
cam
Tranquila chicas!!! ya se viene el reencuentro!!!! un poquito mas esperen!!!
jaja
no se cuanto caps... no los conte pro calculo que unos 50 por ahi... tal vez menos tal vez mas...
besos chikass!!
pidooo reencuentro!! =)
que no nos desesperemos??xD tarde..ya estoy desesperada.. jejej
espero el proximo cap!
Un beso!
teff ^^
mikitaa keria tu msn para pedirte ayuda con una adaptacion, o decime q te dejo mi msn
besossss
micaela.docarmo@hotmail.com
mandame un mail con el asunto "adaptacion"
besos!!!
Publicar un comentario