domingo, 18 de abril de 2010

"Deliciosamente vulnerable" cap 29

Casi todos en la pensión sabían que Mariana estaba de novia con Lanzani y que, como era de esperar tratándose de ella, la cosa iba muy en serio. Y no era que se lo hubiera contado a nadie, pero ya Agustina y Ricardo lo sospechaban, cuando la confirmación había llegado, por supuesto, de boca de Normita. Los había visto “ por accidente” despedirse una noche, y lo había contado.

Así que cada vez que Mariana anunciaba que no venía a comer porque se quedaba a estudiar con alguien de la facultad, las demás sabían exactamente de qué estaba hablando. Para Normita, mientras tanto, espiar a Mariana se había vuelto una obsesión.

Se quedaba todas las noches controlando por la ventana hasta que ella llegaba. Le gustaba la forma en que él la besaba para despedirse, tan voluptuosa y contenida a la vez. Tan respetuosa y llena de deseo. Disfrutaba imaginar que también ella era besada así por algún otro. Quizás por eso, o porque en el fondo Mariana le simpatizaba, nunca le contó a Constanza lo que había averiguado.

Un gran esfuerzo, conociéndola a Normita.


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En los últimos días Loly se había vuelto bastante incontrolable para Eleuterio. Ya era común que se negara a complacerlo, que le contestara con desprecio, o que incluso saliera sin su permiso. El viejo Ríos ya se estaba hartando de su joven amante, y si todavía no la había echado de una patada era por la culpa que a veces sentía por haber desflorado a una muchacha de buena familia. Pero cuando aquella madrugada encontró su cama vacía, la situación lo desbordó. Sin escándalos despertó a la mucama y le pidió que hiciera las valijas de la “señora”. La mujer ya estaba acostumbrada: debía guardar toda la ropa y dejar las joyas en el escritorio del patrón. Cuando todo estuvo listo, el mismo Eleuterio llamó a un remis para que se llevara el equipaje a la pensión del barrio de Belgrano, con un sobre cerrado para la Sra. Estela, la dueña.

El sobre contenía el equivalente a seis meses de alojamiento y comida, y una carta personal en que Elu le explicaba la situación. Doña Estela iba a saber perfectamente cómo proceder. No era la primera vez que algo así ocurría.

Cuando Loly llegó al departamento, el guardia de seguridad de la puerta le negó el acceso. Entonces tocó el portero eléctrico y le contestó la mucama:

—Lo lamento, señora, tengo orden de no dejarla pasar... Cualquier duda puede preguntarle a la Señora Estela, de la pensión de la calle Juramento.

Loly, demasiado borracha como para discutir, simplemente se sentó en los escalones de la entrada del edificio y se echó a dormir. Después de todo, aquella era su casa.


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Mariana nunca había sentido tan cerca la urgencia de un hombre. La fuerza y la potencia de su deseo. Ese calor que se le metía entre las piernas y le arrebataba la cabeza. Pensó que tenía que alejarlo, pero sólo pudo apretar aún más su cadera contra el sexo de él, tal era el placer y el olvido de todo.

Y entonces fue Pit el que se separó.

—Perdoname —le dijo—. A veces me entusiasmo demasiado.

Se sentaron de nuevo en el sillón y los dos intentaron reencontrar la calma en silencio. Pero nada iba a ser igual para Mariana después de aquella noche. Ese deseo recién aprendido iba a ser imposible de olvidar.


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Loly intentó levantarse, pero la cabeza le dolía horriblemente.¡Que noche la anterior! Aquellas lesbianas en verdad sabían cómo divertirse. Incluso recordaba en forma borrosa el haber hecho un par de cosas salvajes que habían complacido sobremanera a sus compañeras de juerga.¿Pero adónde estaba ahora?

Miró a su alrededor: el lugar era desconocido, pero tenía algo que le resultaba familiar.

Se incorporó con lentitud y comenzó a caminar sin hacer ruido, para no avivar su dolor. Cuando abrió la puerta del cuarto se sorprendió: era el patio de la pensión, pero visto desde un ángulo distinto.¡Estaba en el cuarto de Normita! No sabía qué había pasado, pero lo imaginaba... Sonrió.

¡Finalmente!


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Sentada en medio de la Iglesia vacía, Mariana seguía quieta, la vista fija en el altar y la mente vagando.

Nada podía reprochar al comportamiento de Pit. Por el contrario, él cumplía escrupulosamente lo pactado. Pero era, en cambio, su propio cuerpo el que le jugaba en contra. El que la urgía a decidir mal. Y entregarse a Pit sin condiciones era una decisión equivocada.

Durante aquel tiempo no sólo había crecido su deseo. También lo había hecho su amor por él. Y no era porque cada vez le fuera más difícil verlo en la facultad rodeado de mujeres, desplegando esa gracia natural que también a ella la había cautivado. No, era porque se sentía unida a él; porque ya tenía la certeza de que se pertenecían mutuamente. Pit, en cambio, no compartía esas necesidades. Con más experiencia que ella en la materia, parecía poder dominar con relativa facilidad el sexo, que era, en verdad, su única urgencia. Por el resto daba la impresión de que lo que tenían, le alcanzaba. No quería más. Hoy estaba bien, y mañana no le preocupaba. No sentía necesidad de establecer compromisos. Es más, seguía tan en contra del matrimonio como cuando habían iniciado la relación, hacía ya dos meses.

Los dos sabían claramente lo que querían. Lo malo era que ahora Pit era el que estaba más cerca de alcanzarlo.


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Por supuesto una de las primeras en enterarse de la llegada de Loly a la pensión fue Constanza.

Desafiando las advertencias de su madre, Normita había corrido a despertarla para darle la noticia. Cony lo tomó con alegría. La pendeja no le caía del todo mal y le había sido bastante útil. Extrañaba su servil admiración. Y ahora que de seguro la habían abandonado, era probable que hubiera regresado aún más servil. Y si no, siempre quedaba la posibilidad de “gastarla” y divertirse un rato ¡La muy pelotuda!.

Cony entró al cuarto de Normita sin siquiera pedir permiso y se sentó en la cama de al lado de la de Loly. Ella, acostada, la miró con desprecio.

—¡Así que te echaron de una patada en el culo! —dijo con sorna Cony—. Y si volviste acá, es porque no le sacaste gran cosa... ¡Sos una pelotuda! A estos tipos hay que exprimirlos... Al menos imagino que el fulano valía algo en la cama.

—No —replicó Loly mientras se incorporaba y se enfrentaba a su ex- amiga—. Me daba asco.

—¡Qué boluda! Con tu culo y casi virgen podías conseguir algo mejor. ¡Ahora jodete!... ¿Y de dónde lo sacaste?

Loly la observó con desprecio y sonrió, pero nada dijo. Constanza insistió.

—¿Lo conozco?

—Sí — dijo la otra saboreando las palabras—. ¡Es tu padre!


CHAN COMO REACCIONARA CONY????

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta!! Plis siguela, y que de una vez por todas Mariana caiga, que no pasa nada por caer en la tentacion si es tan deliciosa como Peteeeeeer!!!
Eso se perdonaaaa!!

Marian Tosh!~ dijo...

qq bien q se sientaa tan vulnerablee!

ya es horaa q see le dee al pobree pitt!

jajaja

y cony?

seguroo q de primera no lee cree! jajaja

besitossssssssss

y kieroo mass!

Camila dijo...

Awwwww!!!!!!
Lali te perdonamos si caes! Es normal de no resistir con semejante bombom!!!!

Anónimo dijo...

cony muy bien no creo que reaccione... jeje

y haber si lalita se deja llevar un poco por la tentacion que lo esta deseando.. xD

espero el proximo! =)
Besoos!

Anónimo dijo...

Me encanta la novela
la traba esta muy buena y me gusta que sienta el deseo lali,creo que no es tanto un castigo para peter esta vez sino mas para ella, el tiene la satisfaccion de ella de una gran personas y eso lo completa,esta buenisimo♥

gracias por escribir tan bienn