viernes, 9 de abril de 2010

"Deliciosamente vulnerable" cap 20

—Cerrá la puerta, por favor.

Mariana se puso en guardia. Su jefe parecía un buen tipo, pero más de una vez había tenido líos después de acatar una orden semejante. Por experiencia había aprendido a desconfiar de los hombres. Sin embargo, no quiso crear un problema donde quizás no existiera, y la cerró. Eso sí, por las dudas se quedó en guardia, parada al lado de la puerta. Fue su jefe el que se aproximó a ella.

—¿Estás interesada en cambiar de laburo?

Mariana se relajó.

—¡Claro!... Hace un mes que estoy buscando.

—Yo puedo tener algo. Por supuesto, acá no saben nada.

Mariana asintió.

—Vos sabés que yo vengo del estudio Lanzani. Entré a trabajar acá como una especie de transición, pero nunca pensé en quedarme. Uno no pasa de Lanzani a un boliche como este... Lo único que esperaba era la posición justa. Y se me dio en Farrell, Gonzalez y asoc.

—Buenísimo... Es uno de los muy grandes.

—Sí, lo cual no es mucho decir en un mercado tan chico como este, pero... Bueno, la cuestión es que necesito alguien muy capaz, que me cuide las espaldas. No te estoy ofreciendo “el cargo”. Te estoy hablando de un muy buen sueldo y un futuro más que interesante. ¿Te sirve?

—¡Claro que me sirve!

—Bueno, pero yo primero tengo que ir a California por unos meses, y para eso de abril del año que viene empezaríamos en Farrell.

Mariana hizo un rápido cálculo: para abril ya habría nacido el bebé... Y si Flavia no se arrepentía... ¡El momento era perfecto!

—Cuento que para esa fecha vas a estar recibida, ¿no?

—Por supuesto... Lo único es que... quisiera asegurarme de que en abril me den el trabajo. Tengo que organizar mi vida en base a eso.

—¡Quedate tranquila! El contrato lo firmás en estos días, con fecha de abril del año que viene. Yo también quiero asegurarme que no cambien de idea... Entonces, ¿puedo contar con vos?


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—Adelante, por favor. El Dr. Bianchi lo espera.

Pedro entró sintiéndose relajado a la entrevista. Otra vez era él mismo, seguro y confiado. El examen escrito había sido muy duro, pero no imposible.

— ¿Legajo 523?

Pedro asintió.

—Sentate, por favor.

Ernesto Bianchi observó a su entrevistado sin pudor. ¡Al fin! Era el primero que valía la pena, después de la chica aquella.

—¿Tu nombre?

— Pitt, eh Pedro disculpe.

—Bueno, Pedro... Excelente examen, te felicito.

Releyó el legajo de Petro y se sorprendió

—Bueno, se condice con tus notas... ¡Muy buen promedio! El otro día también vino una chica con un promedio espectacular...

—Mariana Esposito. Sí..., ella me mandó.

—¡Ah!... Una chica brillante... Y muy bonita... —agregó en tono cómplice. Pedro sonrió.—Veo que trabajaste en Lanzani.

—Trabajo.

—Claro, claro... No te pregunto por qué te querés ir, porque yo también trabajé ahí —replicó en tono de burla—.¡Seguramente el viejo Lanzani sigue haciendo de las suyas!

—¡Ni que lo diga!

—¿Y Franchinotti todavía sigue de esclavo?

— Por supuesto...

—¡Ay! Ya está en el inventario. ¡Como se caería ese estudio sin Franchinotti!... Pero vamos a lo nuestro. Tu amiga ya te habrá contado cuales son las perspectivas acá. A nosotros nos interesa mucho alguien como vos para cubrir este puesto. Te estamos ofreciendo inclusive la posibilidad de asociarte en unos años, si la cosa marcha bien. Eso no te lo va a dar ningún otro estudio.

—Por eso no fui a ningún otro estudio.

Bianchi sonrió. El chico tenía buena muñeca.

—Pero hay un problema... Acá dice que el sueldo que requerís es de....

Se calzó los lentes y miró la ficha. Quedó sorprendido y volvió a mirar.

—¿No se te pasó un poco la mano con lo que pedís?

—Es lo que gano en Lanzani, ni un peso más.

—¿Ganás eso y te querés ir? Yo a tu edad, y por esa plata , hasta le hubiera hecho el amor al viejo Lanzani... Pero ¿cómo puede ser? ¡Si el tipo es un miserable!

—Es que lo valgo... Mi último trabajo le va a reportar al estudio dinero suficiente como para pagarme el sueldo durante diez años....

—Me imagino... Sé que ahí no se le regala nada a nadie... Pero lo cierto es que acá no se te puede pagar esa cantidad... Somos un estudio joven. En cambio, tu trabajo va a ser tuyo y de nadie más, y algún día vas a poder figurar en el título y no tan solo en el reparto. Acá te vamos a dar algo que allá nunca te van a dar: respeto.

—Sí, pero yo puedo ofrecerles algo muy difícil de encontrar: calidad.

Bianchi sonrió. El chico no daba el brazo a torcer. Le gustaba eso. Se notaba que tenía la escuela de Lanzani. Ahí, si uno no pisaba, moría aplastado. Pero no era cuestión de aflojar tan fácilmente. Después de todo, era mucha plata..

—Bueno, me parece que los dos tenemos que repensar nuestras posiciones. Creo que vos y este estudio saldrían ganando si se diera esta unión. Pensalo bien, mientras yo lo charlo con mis asociados... Nos podríamos volver a ver en unos días ¿No es cierto, Pedro....?

El Dr. Bianchi miró la ficha para conocer el apellido de su futuro empleado y se sobresaltó.

—¡¿Lanzani?!— Y sonrió.


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Eleuterio no quería salir de la empresa. Ya eran las ocho, y el médico se iba a las ocho y media. ¿Para qué molestarse? ¿Qué sentido tenía correr para escuchar lo inevitable? ¿Por qué se había dejado convencer por Francisco? ¿Qué ganaba con esto, sino adelantar unos meses la certeza de su destino?

—¡Perdón! Creí que ya se había ido.

—Está bien, Remigio... Me estaba por ir.

—Es que acá hay una chica que pregunta por usted e insiste con verlo.

—¿Cony?

—No, señor —apuntó el otro en tono cómplice—. Una chica muy joven y muy bonita... De esas que vienen siempre a visitarlo.

Eleuterio sonrió, con desgano. Esa vida había sido mucho tiempo atrás...

—Elu, ¿estás ocupado?

La cabeza de Loly asomó por la puerta.

—Ya estaba saliendo para el médico. Estoy atrasado...—replicó, tratando de sacársela de encima. Pero no era fácil.

—Te acompaño... Es que necesito hablarte —respondió la muchacha con timidez.

Eleuterio accedió. En el fondo, aquella chica le producía algo de ternura.


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— ¡¿Cómo que Pedro Lanzani?!

—El hijo, por supuesto.

Los asociados estaban escandalizados por la propuesta. Meter un Lanzani en el estudio era como criar un cuervo. Todos conocían la moral de la familia.

—¿Cómo vas a asociar a Lanzani?... Algún día, irremediablemente, va a heredar el estudio de su padre, y todos los clientes que haya atendido se van a ir con él. Y, conociéndolo, también todos los demás.

Era cierto que sonaba fantástico para un estudio ene xpansión tener el apellido Lanzani en su nombre, pero el riesgo era demasiado. Las discusiones siguieron hasta la noche y por fin se consultó con los asociados de Milán, Italia. La respuesta fue concluyente.

La mañana próxima Pedro sería informado del veredicto.


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Eleuterio empalideció.

—¿Seguro, doctor? ¿Está absolutamente seguro?

—Pero amigo... ¿cómo voy a dudar de algo así?...Además, los resultados no mienten... Lástima que si hubiera venido antes se hubiera evitado muchas molestias.

—¿Pero está seguro doctor?

—Con esta pomada, y nada de sexo por una semana, va a ver como se le pasa el ardor... Eso si, después se olvida de los preservativos por al menos dos meses. Estas alergias suelen ser bastante rebeldes.


—¿Pero por qué bajo de peso?

—No sé... Proceso infeccioso no hay.... Ni un cáncer, si a eso le tiene miedo. ¿No estará comiendo menos, no?

Eleuterio recordó que, últimamente, cada vez que se reunía con sus contadores perdía el apetito.¡No había nada de malo en él! Estaba fuerte como un toro... Tenía sesenta gloriosos años y, después de pensar tanto en la muerte, estaba dispuesto a disfrutarlos.

Y allí afuera estaba Loly, esperándolo. Como antes, en que siempre había una mujer hermosa en su vida.

Como siempre.


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El Dr. Lanzani debía llegar a las siete de la tarde a su cita con la encantadora dueña de las heladerías “Miele”.En principio tenía que convencerla de que vendiera la empresa familiar al holding que representaba, pero el viejo zorro había visto el negocio redondo: sabía que aquel holding, con su gran estructura empresaria, iba a arruinar el negocio en poco tiempo. Ya le habían hablado a él de abaratar costos de materias primas, mientras por otro lado se incrementaban los administrativos. Bajar calidad del producto, y encarecer los precios... Por supuesto las ventas iban a reducirse a la mitad, porque la gente no era tan tonta. Los accionistas extranjeros iban a perder mucha plata, y los de la conexión local iba a ganar grandes fortunas. Negocios muy sucios, como todos los que se hacían en el país...Después era cuestión de que la señora Miele, también asesorada por él, recomprara a precio vil una o dos sucursales estratégicas, cambiara el nombre, e hiciera correr la voz en el mercado de que había vuelto. Lo demás era sólo facturar.

Miró el reloj, preocupado. Ya eran las siete menos cuarto y debía correr si no quería llegar tarde...

—¡Viejo! —gritó Pedro, al verlo.

—No puedo, hijo. Se me hace tarde.

—Es un minuto, nada más.

Lanzani se detuvo, de mal modo.

—¿Qué querés?... Si es por el asunto...

—Renuncio —anunció Pedro, sin esperar a que terminara. Y comenzó a irse.

—¡¿Qué decís?! ¿Qué es esto, otro de tus caprichitos?...¡Mirame!

Pedro lo miró.

—Conseguí algo mejor por el mismo sueldo, y me voy.

—Estás loco... Nadie te va a pagar lo que ganás acá. Yo te doy eso porque sos mi hijo.

— No, papá. No. Vos me das eso porque lo valgo. Porque me rompo el lomo en el estudio y...

—Llegás a la hora que querés —replicó su padre con desprecio.

—Y me voy a la hora que puedo. No es cuestión de horarios, también lo sabés... Mirá viejo, no voy a discutir con vos. Esto ya está decidido. No es para joderte, sino para crecer.

—¿Y a que sucucho de cuarta te vas?

—Al estudio que representa a Ferraro, Dotto en Latinoamérica. Ni bien me reciba me van a asociar.

Lanzani casi se descompone. ¡Ferraro, Dotto! Los muy desgraciados lo habían estado persiguiendo para que fuera él quien los representara. Querían el apellido por el prestigio. ¡Y ahora lo tenían por unas pocas monedas!

—Yo los rechacé —dijo el viejo con orgullo.

—Ya me dijeron... Y también me dijeron por qué... —contestó Pedro, enigmáticamente.

Dejó aquella oración en suspenso, y su padre no quiso acabarla. Por el contrario, se puso colorado de furia y, sin decir más, se fue.

2 comentarios:

Marian Tosh!~ dijo...

ayer no estuvee, asi q recien me leoo los dos cap al hilo!

tuve miedooq no lo dejaran a pitt entrar a ese labburoo!

xqq lo consiguioo verdad?

no me hagas sentir mal luegoo!

aamoo estaa novee y esperoo pot muchoo mas

buen findeeeeeeeeeeeeee

Mikita dijo...

sisi ahora ya es un hombre independiente!! jaja

buen finde para vos tambien