Hola, soy MarianTosh!~ Y he elegido esta novela para adaptar, xq me fascino, y espero q a ustedes tmb les guste tanto como a mi, acá les dejo una pequeña introducción de ella y el prologo. Si les gusta la continuare… Besitosss!
Introducción
Los habitantes de un pueblo minero son víctimas de la miseria y la opresión.
En Gales, a principios del siglo XlX, la vida es en general difícil, pero la buena o mala disposición de la aristocracia local puede representar una gran diferencia.
Consciente de ello, Mariana Esposito, la maestra del pueblo, decide elevar una súplica al Conde de Aberdare, un noble de sangre gitana y pésima reputación.
El conde accede a sus ruegos, pero pone una condición: Mariana deberá convivir con él durante tres meses. Y ella, dispuesta a todo por salvar a los suyos, acepta el reto.
Debía elegir entre su honra y el bienestar de su pueblo.
PRÓLOGO
Los habitantes de un pueblo minero son víctimas de la miseria y la opresión.
En Gales, a principios del siglo XlX, la vida es en general difícil, pero la buena o mala disposición de la aristocracia local puede representar una gran diferencia.
Consciente de ello, Mariana Esposito, la maestra del pueblo, decide elevar una súplica al Conde de Aberdare, un noble de sangre gitana y pésima reputación.
El conde accede a sus ruegos, pero pone una condición: Mariana deberá convivir con él durante tres meses. Y ella, dispuesta a todo por salvar a los suyos, acepta el reto.
Debía elegir entre su honra y el bienestar de su pueblo.
PRÓLOGO
Gales, 1791
Envueltos en la niebla de invierno treparon por el muro que cercaba la propiedad. En el fantasmagórico paisaje no había un alma, de modo que nadie vio a los intrusos saltar de la muralla e internarse por los bien cuidados terrenos.
-¿Vamos a robar un pollo, mamá? -preguntó Ikky.
-No -dijo Claudia, moviendo la cabeza-. Hemos venido por algo más importante que los pollos.
El esfuerzo de hablar le provocó un ataque de tos y, estremeciéndose, se dobló por la cintura. Inquieto y preocupado, Ikky le tocó el brazo: dormir bajo los setos había empeorado la tos a su madre; además, habían comido muy poco. Esperaba que pronto volvieran a la kumpania gitana donde tendrían qué comer y disfrutarían del calor del fuego y de todos los demás.
Ella se enderezó, con la cara pálida pero expresión resuelta, y continuaron caminando. El único destello de color en aquel paisaje invernal era su falda púrpura. Finalmente salieron de la arboleda a una extensión de hierba que rodeaba una inmensa mansión de piedra.
-¿Aquí vive un gran lord? -preguntó Ikky, impresionado.
-Sí, mira todo muy bien porque algún día esto será tuyo.
Ikky contempló la casa con una extraña mezcla de emociones: sorpresa, fascinación, duda y finalmente desdén.
-Un gitano no vive en casas de piedra que ocultan el cielo.
-Pero tú eres didikois, tienes la sangre mezclada. Es correcto que vivas en una casa así.
-¡No! -exclamó él, mirándola horrorizado-. Yo soy tacho raí, pura sangre gitana, no payo.
-Tu sangre es romaní y paya -dijo ella con una sombra de tristeza en su hermoso rostro-. Aunque has sido criado como gitano, tu futuro está con los payos.
Ikky comenzó a protestar pero su madre, al oír ruido de cascos de caballo, lo obligó a callar con un rápido gesto de la mano. Retrocedieron a esconderse entre los arbustos y vieron pasar a dos jinetes que se detuvieron delante de la casa. El hombre más alto desmontó al instante y subió por los anchos peldaños de la escalinata, dejando su montura al cuidado de su acompañante.
-Hermosos caballos -suspiró Ikky con envidia.
-Sí, ése debe de ser el conde de Aberdare –susurró Mana-. Es tal como lo describió Pablo.
Esperaron hasta que el hombre alto entró en la casa y el mozo se llevó los caballos. Entonces Claudia hizo un gesto a Ikky y los dos se dirigieron rápidamente a través del césped hacia la entrada de la casa. La brillante aldaba de metal tenía forma de dragón. A él le habría gustado tocarla, pero estaba demasiado alta.
En lugar de llamar, su madre probó el pomo de la puerta. La abrió sin dificultad y entró, con Ikky pisándole los talones. El niño contempló con ojos desorbitados el vestíbulo con suelo de mármol, tan amplio que habría podido acoger a toda una kumpania de gitanos.
Sólo había a la vista un lacayo vestido con una primorosa librea.
-¡Gitanos! -gritó el hombre con una cómica expresión de horror en la cara alargada, y tiró del cordón de una campanilla para pedir ayuda-. ¡Fuera de aquí inmediatamente! Si no salís de la propiedad en menos de cinco minutos os entregaremos al magistrado
-Hemos venido a ver al conde -dijo Claudia cogiendo a Ikky de la mano-. Tengo algo que le pertenece.
-¿Algo que le has robado? -se burló el lacayo-. Nunca has estado cerca de él. Vete.
-¡No! Tengo que verlo.
-Ni hablar -gruñó el hombre mientras corría hacia ella.
Cuando la tuvo prácticamente encima. Claudia saltó hacia un lado. Lanzando una maldición, el lacayo se giró y en vano intentó coger a los intrusos. En ese momento, en respuesta al repique de la campanilla, aparecieron otros tres criados.
Claudia fijó una feroz mirada en los hombres y siseó con practicado tono de amenaza:
-¡Tengo que ver al conde! Caiga mi maldición sobre cualquiera que intente detenerme.
Los criados pararon en seco. Ikky casi se echó a reír al verles la expresión. Aunque sólo era una mujer, Claudia desconcertaba y asustaba a los payos. Él se enorgullecía de ella. ¿Quién sino un gitano podía ejercer tanto poder con sólo palabras?
Su madre le apretó más la mano y se adentraron en la casa. Antes que los criados pudieran sacudirse el miedo, tronó una voz ronca:
-¿Qué demonios pasa aquí? -El alto y arrogante conde apareció en el vestíbulo-. Gitanos -dijo con repugnancia-. ¿Quién ha dejado entrar a estas sucias criaturas?
-Te he traído a tu nieto, lord Aberdare -dijo Claudia-, el único nieto que vas a tener en tu vida.
Se hizo un profundo silencio y la horrorizada mirada del conde pasó a Ikky.
-Si dudas de mí...
-Ah, estoy dispuesto a creer que este asqueroso crío puede ser de Pablo, lleva su paternidad escrita en la cara. -Dirigió a Claudia la lasciva mirada que solían dirigir los hombres a las gitanas-. Es fácil entender por qué mi hijo se acostó contigo, pero un gitano bastardo no me interesa.
Claudia se metió la mano en el corpiño, sacó dos papeles doblados y sucios y se los pasó al conde.
-Mi hijo no es ningún bastardo. Como los payos dais tanta importancia a los papeles, he guardado las pruebas, mi matrimonio y el registro del nacimiento de Ikky.
Lord Aberdare leyó impaciente los documentos y se puso rígido.
-¿Mi hijo se casó contigo?
-Sí -dijo ella con orgullo-, en una iglesia paya y también a la manera de los gitanos. Y tendría que alegrarte que lo hiciera, anciano, porque no tienes ningún heredero. Con tus otros hijos muertos, no tendrás ningún otro.
-Muy bien -dijo el conde con expresión salvaje-. ¿Cuánto quieres por él? ¿Te parece bien cincuenta libras?
Ikky vio un destello de rabia en los ojos de su madre, pero enseguida esa expresión se trocó en una de astucia.
-Cien guineas de oro.
El lord sacó una llave del bolsillo del chaleco y la entregó al criado de más edad.
-Sácalas de mi caja fuerte.
Ikky se echó a reír. Hablando en romaní dijo a su madre:
-Éste es el mejor ardid que he visto en mi vida, mamá. No sólo has convencido a este estúpido payo de que soy de su sangre sino que además te da dinero. Vamos a tener para comer durante todo el año. Cuando me escape esta noche, ¿dónde nos encontraremos? ¿Junto al viejo roble por donde trepamos a la pared?
Claudia negó con la cabeza.
-No debes escaparte, Ikky -le contestó en el mismo idioma, acariciándole los cabellos-. Este payo es de verdad tu abuelo y ésta va a ser tu casa ahora.
Él esperó que dijera algo más, porque no era posible que estuviera hablando en serio.
Volvió el criado y le entregó a Claudia una tintineante bolsa de cuero. Después de contar el contenido, se levantó la falda exterior y se metió la bolsa en un bolsillo del corpiño. A Ikky le sorprendió su acción, ¿no sabían esos payos que los había maldecido al levantarse la falda en su presencia? Pero ellos se quedaron indiferentes ante el insulto.
Claudia dirigió una mirada de fiereza a Ikky.
-Trátalo bien, anciano, porque si no, mi maldición te perseguirá hasta más allá de la tumba. Que caiga muerta esta noche si no es cierto lo que digo.
Dicho eso se giró y caminó hacia la puerta por el pulido suelo meciendo las faldas. Un criado le abrió la puerta. Haciendo una inclinación de la cabeza, como una princesa. Claudia salió.
Repentinamente Ikky comprendió que su madre hablaba en serio, que de veras lo iba a dejar con los payos.
-¡Mamá, mamá! -gritó, corriendo tras ella.
Pero antes de que la alcanzara se cerró la puerta en sus narices, dejándolo atrapado en la casa que ocultaba el cielo. Cuando cogió el pomo, un criado lo sujetó por la cintura. Ikky le dio un rodillazo en el vientre y arañó la blanca cara del payo. El criado aulló de dolor y otro se acercó a ayudarlo.
-¡Soy gitano! -gritó Ikky pataleando y agitando los puños-. No quiero vivir en esta horrible casa.
El conde frunció el entrecejo, asqueado por esa exhibición de emociones. Habría que quitarle ese comportamiento al crío, junto con cualquier otro rastro de su sangre gitana. Pablo también había sido desmandado, mal criado por una madre que lo adoraba. Justamente fue la noticia de la muerte de Pablo la causante del ataque de apoplejía que la convertiría en el cadáver que era en esos momentos.
-Llevadlo al cuarto de los niños y aseadlo –ordenó con dureza-. Quemad esos andrajos y buscadle ropa más apropiada.
Fueron necesarios dos hombres para someter al niño, que continuó llamando a gritos a su madre mientras lo subían pataleando por la escalera.
Su rostro una máscara de resentimiento, el conde volvió a mirar los documentos que probaban que ese moreno pagano era su único descendiente vivo: Juan Pedro Pablo Lanzani, según el certificado de nacimiento. Era imposible dudar de su linaje; si no fuera tan moreno, casi podría haber sido el propio Pablo a esa edad.
Pero, Dios santo, ¡un gitano! Un gitano moreno, ojos verdes y apariencia de extranjero. De siete años y ya tan experto en mentir y robar como ignorante de la vida civilizada. Sin embargo, ese crío andrajoso y sucio era el heredero de Abordare.
En otro tiempo el conde había rogado desesperadamente a Dios por un heredero, pero jamás había soñado que sus oraciones serían escuchadas de esa manera. Aun en el caso de que su inválida condesa muriera dejándolo libre para volverse a casar, el crío gitano tendría más derecho que los hijos de una segunda esposa.
Estrujó los papeles en la mano, pensando. Tal vez si algún día podía volverse a casar y tenía más hijos, podría hacer algo. Pero mientras tanto debía educar lo mejor posible al niño. El reverendo Esposito, el profesor metodista del pueblo, podría enseñarle a leer, buenos modales y los conocimientos básicos para luego enviarlo a un colegio adecuado.
El conde giró sobre los talones y entró en su estudio, cerrando la puerta de un golpe para no oír los angustiados gritos del niño, que resonaban dolorosamente en los corredores de Aberdare.
Bienvenida al blog!!!!
5 comentarios:
Y yo!!! obviamente la primera en comentarte!!! jaja AMO A IKKI!!!!!!!!
muyy buenaa la nove!! ya estoy intrigada jajaja
quieroo mas! =)
Un besoo!!! ^^
teff
jajajaa!
yaa vamoss a ver de q ladoo te poness! jajajaja
esperooo q tee guste!
bueno q les guste a todass!
besitossssssssssss
q buenoo teff!
en verdad teniaa pocas esperanzas de q les guste! jaja
besitosss
Opa opaaaa con ke me encuentro
con una adaptación de mi amiga Marian Tosh... nunca me avises flawer pawer... y encima de gitanos.. me huele que esto va derramar mucha sangre y mucha pasionnnn chan chan chan ajaja
aca obviamente me tenes fielemente apoyandote, como en todo!
Te amoooooooo my flawer!
Besotes enormes
y exitos!!!!!
y Quien no muere por Ikky!!!!! ajajaj Lo amamos!!! ajaja
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