Mariana llegó tarde a la clase y tuvo que ocupar uno de los últimos asientos. Dos filas más adelante estaba Pedro.
Aquella mujer tenía razón. Aquel ciclo había finalizado: la facultad, correr como una loca, estudiar todo el día, estar sola... Tenía que abrir su corazón. Crecer por el lado de los sentimientos, que tanto había descuidado. Tenía que...
Lanzani se dio la vuelta y le sonrió. De inmediato Cristina López, una hermosa morocha sentada a su lado, le dijo algo al oído, y los dos rieron.
Mariana sintió que le dolía el estómago.
No tenía que... No podía dejarse seducir por alguien como él... No debía conformarse con ser una más...Para el final de la clase, la pobre niña había logrado recuperar parte del control, así que juntó sus cosas con lentitud, y después se acercó hasta el profesor para consultarle acerca de un tema del parcial que se avecinaba.
Estuvieron charlando por un rato y, al salir, tal como lo había calculado, el pasillo ya estaba desierto. Por desgracia, en su estrategia para evitar encuentros desagradables, se le había hecho tarde también para la clase siguiente, por lo que se vio obligada a correr escaleras abajo. Y ya estaba apunto de entrar al otro salón, cuando, de repente, y sin que nada la hiciera preverlo, se encontró cara a cara con Pedro.
—Hola —dijo él con serenidad, como si la hubiera estado esperando.
—Hola —constestó ella, nerviosa, mientras le alargaba la bolsa que había acarreado durante todo el día—. ¡Gracias por lo de ayer!
—Mariana, yo...
—Se me hace tarde ... —se limitó a decir ella. Y sin más explicaciones se dio media vuelta y entró al salón con paso apurado.
“Que raro”, se dijo Pedro, confundido.
“Que raro”, pensó Dante, un compañero de ambos que había visto la escena a lo lejos. “No sabía que estos dos se hablaban...
¡Que raro!”
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La clase estaba aburridísima. ¿Quién entendía el Régimen de retenciones y percepciones?... Bueno, aparte de Esposito...
Y hablando de Esposito ¿qué negocios tendría con Lanzani?
Dante volvió a mirar la bolsa que ella le había entregado en el pasillo, y que Pedro había dejado apoyada en el piso
¿Qué habría allí?
Estiró el pie con disimulo y comenzó a moverla para atraerla hacia si. Pero quedó atascada con la silla. Volvió a intentar, pero la bolsa no se movía. Tiró entonces su bolígrafo, se levantó para buscarlo y, ¡que casualidad!, pudo ver el contenido de lo que tanto lo inquietaba: una camisa de hombre y algo más de ropa.
“¡Mirala vos a Esposito! ¡Y tan santita que parecía!”,pensó.
Y es que ya no se podía confiar en nadie.
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Pedro había llamado a Ana Clara de urgencia, y ella no le había fallado. Claro que el sexo con su “novia itinerante” se había vuelto un poco aburrido, pero al fin de cuentas era sexo... ¡Y sí que lo había necesitado aquella noche!
Ahora estaba más relajado, aunque todavía le duraba el enojo. ¿Qué se había pensado esa idiota de Mariana?
Dejarlo así, pagando... Ya estaban grandes para“histeriqueadas”... Si ella esperaba que él volviera a acercársele, estaba muerta. Después de todo, no necesitaba andar persiguiendo mujeres.
Eran ellas las que lo perseguían a él.
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—Flavia está muy callada... ¿Sabés si ya...?
—No, no tengo ni idea —contestó Agustina, sin levantarlos ojos del libro de Neurología.
Mariana, en cambio, no podía concentrarse.
Últimamente se abandonaba a la melancolía. Se sentía sola, y bastante frustrada.
—¿Te acordás de lo de pasado mañana, no? —volvió a interrumpir a su amiga.
—¿Estás loca? ¡ ¿Cómo me voy a olvidar?! Lo tengo anotado en la agenda con lápices de colores: mañana, veintidós de julio, debo acompañar a Mariana Esposito ¡Gran cambio de look, gran!... Tiramos la casa por la ventana.
—No tanto.
Agustina volvió a su libro, pero Mariana la interrumpió una vez más.
—No te molesta ¿no?..., porque mirá que si es un problema...
Agustina se armó de paciencia
—¿Vos mañana no tenés el último parcial? Porque yo tengo que estudiar.
—¡Disculpame!... Estoy distraída, no sé qué me pasa.
—¡Está bien!... Igual me voy al cuarto.
—No, pero si es por mí, mirá que...
—No, está bien. No problem. Así de paso me tiro un rato... —confirmó Agustina, sin permitir que su amiga impidiera su salida de la sala.
Mariana se quedó sola... ¿Qué le estaba ocurriendo?
Hizo un esfuerzo terrible por concentrarse en su libro, y se sorprendió cuando, al levantar la cabeza, Flavia estaba sentada junto a ella, observándola. ¿Cuándo había entrado ala sala?
—¿Pasa algo?
—Sí —respondió Flavia, con decisión—. Quiero los mil dólares... Voy a tenerlo.
Mariana sintió que su corazón se iluminaba: ¡al fin una buena!
—¡Que suerte!... No sabés lo feliz que me hacés... No te vas a arrepentir...
—Con una condición...
—La que sea.
—Que lo anotes a tu nombre y lo críes vos.
Mariana se quedó dura. No esperaba una cosa semejante.
—¿Qué pasa? ¿No es que era tan fácil ser madre soltera? Vos al menos vas a tener una casa y un título... En cambio yo, solamente mil dólares.
—Pero, no puedo... —comenzó a balbucear Mariana, consternada.
—Es eso, u olvidate... No pienso permitir que a mi hijo lo ande criando cualquiera. Antes prefiero verlo muerto.
—Bueno.... Con el tiempo yo podría intentar adoptarlo...—replicó Mariana, vacilante.
—No, no. Nada de eso. Nada de adopciones. Mi hijo no va a ser un hijo adoptivo... Lo ponés a tu nombre, o nada.
Mariana se dio cuenta de que Flavia hablaba en serio. Y ella no quería polemizar justo ahora, que la otra casi se había decidido por la vida.... Ya habría tiempo de convencerla más adelante.
Flavia pareció adivinar sus pensamientos.
—Jurámelo por Dios.
—¿Qué cosa?
—Jurame por Dios que ese hijo va a ser tuyo y que nadie se va a enterar de nuestro secreto.
—Yo no juro. Es pecado, no se jura por Dios.
—No cuando se trata de algo realmente importante... No te creas, yo también estudié el catecismo.
—Pero Flavia, tenés que entender...
—Jurámelo o me mato —amenazó, mientras sacaba un reluciente revólver y lo apoyaba sobre su sien.
—Te lo juro —se apuró a decir Mariana solemnemente, sin pensarlo más.
El destino no le había dado tiempo para decidir. Nunca más iba a volver a estar sola. Ahora ella, Mariana Esposito, tenía una familia.
miércoles, 7 de abril de 2010
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4 comentarios:
y bueno si queria un cambio ya lo tiene... me encantaria saber que pensaria Peter si supiera...que x cierto este chico no puede pasar ni una noche solito?? necesita siempre alguna " amiguita" ? jaja
besos, espero el próximo
uauuu!.. eso no me lo esperaba ajja
esperoo impacientee al proximo!
=)
epaaa!
de estar solaa paso a estar necesitandoo un padree para su hijoo!
mee encantoo!
ahoraa, es imaginancion mia, o el cap fuee cortisimoooo?
jaja
besosssssssssssssss
wow...eso no me lo esperaba!!!
pero me encantooo el cap!!!
espero otro!!!
besos
kari
=)
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