—Hacía mil años que no veía a Renzo...
Pit estaba feliz, hablando de su amigo, pero a Mariana, por primera vez, le costaba escucharlo.
—¡Es un tipo genial!... Ahora adoptó un hijo.
Bastó que dijera eso, para que ella le prestara repentina atención.
—¡Qué bien! —exclamó con alegría.
—Sí..., me imagino que sí —replicó él, sin entusiasmo—. Estaba obsesionado con ese asunto... La verdad es que no entiendo qué puede encontrarle un tipo de bueno a tener un hijo... Para las mujeres está bien, ¡pero para un tipo!...Parecía un boludo corriendo atrás del pendejo, que por cierto no hizo más que joder todo el rato.
A Pit le alcanzó con ver la cara de Mariana, para querer retractarse cuanto antes.
—Bueno, no sé... A un hijo propio... me imagino que se le toma cariño... ¡Pero este chico es adoptado! ¡Criar al hijo de otro! ¡Está loco!... Y, como lo conozco, estoy seguro que se va a terminar arrepintiendo.
Pero fue Pit el que se arrepintió de haber hablado, al ver la cara de Mariana.
—¿Qué? —la enfrentó por fin—. Ya sé. Vos no opinás lo mismo — dijo atento a las palabras de ella.
Pero Mariana calló.
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Lo que Cony no había averiguado antes de enfrentarse al padre de Loly, era lo de su condición cardiaca.
El tipo parecía sano y fuerte... ¡¿Quién iba a imaginar lo de su corazón?!Ella no tenía la culpa de nada. Si Loly no hubiera empezado, hoy su padre no hubiera estado así.
Y, además: ¿a quién se le podía ocurrir que el hospital más cercano iba a estar a tres kilómetros? De haber sido la Argentina un país como la gente, de seguro el tipo nunca hubiera llegado a ponerse tan mal. Si esto hubiera pasado en Estados Unidos, fija que a los dos minutos estaban los paramédicos y “aquí no ha pasado nada”...Pero ahora todos en aquel lobby del hotel la miraban como si ella fuera culpable de algo. Y todavía faltaban dos horas para que saliera el micro a Buenos Aires.
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Aquella noche Mariana era una mujer desesperada, en cuerpo y alma. Y Pit cometió la peor torpeza que puede cometer un hombre: confundir su desasosiego con excitación.
Él estaba tan inundado por su propio deseo que no pudo percibir más allá. Y ese fue su gran error.
Pit era un macho bien entrenado para la cacería. Lo había preparado el mejor: su propio padre. Él tenía una idea clara de lo que esperaba una mujer a la hora de hacer el amor. De lo que la excitaba y preparaba para el placer. Una idea clara basada en su propia experiencia, en la de su padre, en la de todos los demás hombres..., pero en la de ninguna mujer.
Por eso, una vez decidido a hacer el amor con Mariana aquella noche, preparó el escenario: bajó las luces, puso música romántica, sirvió vino blanco helado, y se sacó la camisa. Luego tomó a Mariana entre sus brazos y comenzaron a bailar. Pero no como lo habían hecho tantas veces allí mismo. No. Esta vez el objetivo era distinto, y también los movimientos.
La acarició, como solía hacerlo con otras... Comenzó a besarla, con el mismo deseo con que había besado a las otras... Y a recorrerla con sus manos, como lo había hecho con todas las demás. Pero Mariana no era una de tantas. Era Mariana.
—No —dijo ella, suplicante, mientras comenzaba a separarse.
—¿Por qué no? —pregunto él, cegado ya por la urgencia de su sexo, volviendo a arrastrarla hacia su cuerpo—. Vos también lo querés...Y entonces intentó acariciar su entrepierna, mientras la besaba con lujuria.
Mariana se separó asqueada: ese no era Pit. Era apenas un hombre cualquiera. Como todos los demás.
—No podés dejarme así... Hace dos meses que te estoy esperando...— reclamó Pit, o Pedro.
Mariana lo observó con decepción, y al notarlo, él intentó explicarse.
—Necesito hacerte el amor, porque, aunque no lo entiendas, es lo mejor para los dos... Es lo que le falta a nuestra relación...
—Lo que le falta no es justamente más sexo. Eso le sobra... Eso nos confunde.
—A mí lo que me confunde es esto de no poder tenerte como yo quiero.
—Nunca se puede tener al otro como uno quiere, te lo digo por experiencia... —replicó la muchacha con amargura.
Pedro luchaba por retenerla y ella por alejarse.
—¿Qué estamos esperando, Mariana? Yo te quiero, vos me querés...
—Hay muchas cosas además de eso. No me conocés, Pedro... No conocés nada de mí.
—Te conozco, claro que te conozco... —afirmó mientras la acariciaba con desesperación—. Sé lo más importante de vos: que me querés...
—Hay otras cosas...
—Nada más.
Y comenzó a besarla. Pero no como a las otras, sino como lo hacía con ella, Mariana, la mujer a la que amaba por encima de su sexo y a la que no quería perder.
Y fueron esos besos los que encendieron el deseo de ella. Y Mariana comenzó a abandonarse a ese deseo, tal era su desesperación.
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Cuando Loly llegó de una reunión con sus nuevas amigas, notó un movimiento extraño en el recibidor.
Encendió la luz, y allí estaba doña Estela, esperándola. La muchacha miró su reloj: ya eran las doce de la noche, y la dueña de la pensión jamás estaba despierta a esa hora.
—¿Pasa algo? —preguntó con inocencia.
—Hija, tu padre ha muerto —se apuró a decir la otra. Y acogiéndola en su pecho, se quedó allí, para consolarla.
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—No..., basta... —suplicó Mariana—. ¡No! —gritó con determinación, mientras se alejaba, no sólo de Pedro, sino también de su propio deseo—. ¡Basta de esto!... Basta de besos y caricias. Basta de silencio... Esta noche necesito hablar con vos —le imploró, de pie frente a él.
—No quiero hablar. Las mujeres hablan demasiado y lo complican todo.
De nuevo Pedro intentó retenerla. Pero esta vez Mariana no lo dejó. Sabía que no iba a tener la fuerza de rechazarlo con su cuerpo, así que prefirió que eso lo hicieran las palabras.
—Voy a tener un hijo —afirmó sin piedad.
—¡¿Qué?!
Por primera vez en aquella mala noche, Pedro escuchó lo que ella tenía para decirle.
—Que voy a tener un hijo.
—No es cierto.
—Sí, lo es.
—Jurámelo por Dios... —la desafió, con incredulidad.
Y por segunda vez en su vida, Mariana cometió el mismo error.
—Te lo juro. Dentro de unos meses voy a tener un bebé.
Pedro tardó unos momentos en reaccionar, pero cuando lo hizo..., fue terrible.
—¡Puta! —le gritó desde el fondo de su corazón destrozado—. ¡Puta! —repitió.
Y le cruzó la cara de un sopapo. Era la primera vez en su vida que le levantaba la mano a una mujer, pero era tanto el dolor y su decepción, que tuvo que contenerse para no seguir pegándole. Aquella mujer que tenía enfrente lo asqueaba. Aquella mujer que le había hecho creer que era distinta, a la que había esperado y amado cumpliendo todas sus condiciones. Aquella mujer era igual a todas las demás.
—¡Andate de acá! —le gritó con amargura, mientras la empujaba hacia la salida—. No quiero verte más en mi vida... ¡Andate!
Con furia la arrastró afuera del departamento, y cerró la puerta en el momento justo.
Un segundo antes de que Mariana pudiera verlo llorar.
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Pit lloró de furia y desencanto. Lloró a los gritos, como nunca antes había llorado. Tenía odio por haber sido engañado, celos por ese cuerpo que él no había poseído, y por ese corazón que nunca había logrado conquistar.
Pero más que todo, lloró por el terrible vacío que dejaba ese gran amor que había creído tener entre sus brazos.
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—¿Qué te pasa, pendeja?
Agustina se había despertado al escuchar el llanto de Mariana. Nunca antes la había visto llorar.
Se acercó a su cama, y vio su rostro enrojecido por las lágrimas.
—¿Qué te hizo Lanzani?... ¿Se acostó con otra?...¿Te dejó?
—Lo de Pedro se acabó para siempre.
—Para siempre es mucho tiempo —sentenció Agustina, que era más práctica que romántica.
Mariana volvió a decir aquella media verdad.
—Voy a tener un hijo.
—¡Ese cerdo de Lanzani....!
—Nunca me acosté con Pedro —replicó Mariana con amargura.
Por un momento Agustina pareció confundida. Pero no tardó en atar cabos:
—¡Un momento! Si vos no te acostaste con Pedro... Juraría que todavía sos virgen... ¡Ese chico no puede ser tuyo!
—¡Ves!... ¡Ves!... —gritó Mariana, entre lágrimas—.Vos me conocés lo suficiente, sabés como soy... No podés creer eso de mí. Y si lo creyeras, sabrías disculparlo...¡Nunca se te ocurriría pensar que soy una puta!
Tomó aliento, trató de calmarse y volvió a decir:
—De verdad. Voy a tener un hijo.
Agustina la observó en lo profundo de sus ojos... tan negros. En efecto, la conocía demasiado como para saber que no le estaba mintiendo.
—¡Flavia! —gritó, cuando terminó de entender— ¡Es el bebé de Flavia!... Por eso que después ya no me decía nada, y en cambio hablaba con vos... Por eso que ya no buscás un departamento de tres ambientes, sino uno mucho más chico... ¡¿Qué hiciste, Mariana?! ¡¿Estás loca?!
Mariana, como siempre, calló.
—¿Y le dijiste a Pedro que estabas embarazada?
—Le dije que iba a tener un hijo... ¡Y no le mentí!
—¡¿Por qué fuiste tan cruel con él?!
Mariana se dejó vencer por el llanto.
—Yo quería una familia, y voy a tenerla... Pero en cambio Pedro... Pedro quería otras cosas... Y yo lo quería a él.
Mariana se echó en brazos de su amiga y lloró hasta que salió el sol y empezó un nuevo día.
Un nuevo ciclo.
A VER.... EJERCICIOS DE RESPIRACION... INALAMOS.... EXALAMOS.... Y ASUMAMOS.... NOS TRANQUILIZAMOS.... PORQUE MIKITA VA A PROMETER HACER LOS CAPITULOS MAS LARGOS PARA QUE LAS COSAS FEAS PASEN RÁPIDO... Y ¿QUE OTRA COSA HABÍA PROMETIDO MIKITA?.... QUE LA HITORIA IBA A TERMINAR BIEN... ASI QUE CHICAS RESPIREMO HONDO!!!!!!
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5 comentarios:
inspiro... espiro.. inspiro... xD
ya respire, ya conte hasta 10 y ya estoy mas tranquila! jajaj fue un cap triste, pero te perdono porque se que se vendran mejores y mas felices! =)
esta muy linda tu novela, y ya quiero leer el siguiente cap, asique lo espero con ansia!
Un besito mikita! =)
Nooooo , no me sirveee, no me salen los ejercicios de respiración a mi :( jajaj
bueno confio en que todo tiene que mejorar ...
besos
U.u los necesite los ejercicios!! Jajjaj casi lo mato a peter!!! Y a lali tambien!!! Pero xq no le dice las cosas como son grrrrrrrrr!!!!!!!!!!!!!!!!!
La historia de loly y cony =/ ahi no mas xD
besoooooooaa
Camiiiii
Muerooo!!! comole va decir esoo .... igual tus ejercicios de respiracion sirvieron ;) ojalaa pase todoo lo maloo prontoo ii bueno esoo igual le pone un poco de tension a la novee :) mee encantaa tu novee siguee asii Kiisses
siiiii porfa capitulos mas largos q pase rapido esta situacion quiero q sea mañana ya quiero leer el prox cap
besos
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