Lo más difícil de aquel fin de semana fue separarse cada vez que Mariana tenía que salir del hotel para “ir a trabajar”. Entraba entonces por la puerta principal de la fábrica y volvía a salir por la lateral, rumbo a su esposo y al placer. Luego, cuando el sol caía, hacía el camino inverso, saliendo de la puerta principal y tomando un taxi hacia el
hotel y su marido. Así lo hizo el viernes y el sábado.
Pero el domingo...Tocaba la hora de separarse de verdad. Hasta tanto encontraran una solución o una forma de burlar a su padre, debían estar alejados uno del otro. De no ser así, y de descubrirse la verdad de lo que habían hecho, la furia del Dr. Lanzani podía ser terrible. Pedro lo sabía por experiencia. Antes que ella saliera de aquel cuarto en que se había convertido en mujer, él le dio un teléfono satelital, difícil de rastrear. A través de él podrían comunicarse sin correr riesgos innecesarios.
Cuando salió por última vez de aquella fábrica de la que sólo conocía los pasillos, Mariana fue directo a la Iglesia para escuchar la Misa dominical. Tenía muchas cosas por las cuales estar agradecida. A la distancia, sin que se diera cuenta ni ella ni su custodia, Pedro la observaba. Él también había sentido la necesidad de estar allí. Porque, fuera a Dios, o a alguna fuerza de la naturaleza, él también tenía que elevar una oración por su felicidad.
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Durante los cincuenta kilómetros que la separaban de Buenos Aires, Mariana no pudo descansar. Tenía una inmensa necesidad de estrechar a su bebé entre los brazos. De comunicarle con sus besos todo lo que le había pasado: que tenía un papá, que había comenzado a formar parte de una verdadera familia...
Cuando llegó al departamento de Agustina, se sorprendió al notar que era Ricardo quien sostenía a Fer....Y parecía disfrutarlo. ¿También habría cambiado algo en esa casa durante el fin de semana?
Al sentir su voz, Agustina corrió a abrazarla. No necesitaban decirse nada. Ella sabía leer sus silencios. Luego, entre risas, le reprochó:
—¿Viste? Yo tenía razón...Siempre hay que llevar buena ropa interior cuando uno sale de casa... Nunca se sabe lo que puede pasar.
Cuando se despidieron, Mariana volvió a la pensión con su bebé. Ni bien llegó a su cuarto, el celular de su bolsillo sonó....Pedro insistió en que no cortara mientras alimentaba y acostaba a Fer. Luego tampoco quiso que lo hiciera mientras se desvestía para descansar.... Él le iba hablando despacio, recorriéndola con sus palabras, envolviéndola en su pasión, acariciándola con su deseo. Y no paró de hablarle hasta que los dos esposos se saciaron de placer.
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Cuando aquella mañana Rodríguez Melgarejo vio llegara Pedro, sonrió complacido. Ver la felicidad en él lo transportaba al recuerdo de la suya propia.
Fue a su encuentro y se abrazaron en silencio. Y es que aquellos hombres no eran buenos para hablar de cosas del corazón.
—¡Viste! Todo salió bien... Yo te dije: mi amigo Tommy es experto en trampas... Tiene todo el procedimiento muy afilado... Su mujer es muy celosa.
—Y él, muy estúpido.
—¿Te das cuenta? ¡Claro que sí!
Los dos rieron por la estupidez de aquel Tommy, y lo útil que había resultado.
—Decime... ¿averiguaste con qué la estaba apurando tu padre a Mariana?
—¡Ah! ¡El secreto de mi mujer! —respondió Pedro con algo de contenido orgullo—. Viste que uno siempre se lleva sorpresas en la noche de bodas... ¡Y vaya si yo me llevé una! Y es que mi mujer era... —bajó la voz—, virgen todavía.
—¡¿Virgen?!
— Sí!... Mirá que si ella se entera que te lo conté...
—¿Pero el hijo?
—Y, ¿viste?, ella tiene todo ese asunto de Dios. La madre de Fer quería abortarlo, y Mariana lo anotó a su nombre. Si te lo digo así parece re- loco, pero si la conocés a ella... ¿Te dás cuenta? Cuando sentía toda su timidez, era así nomás. No se estaba haciendo...
Por un momento sus recuerdos más dulces volvieron a poseerlo, y se hundió en el silencio. Rodríguez Melgarejo lo notó, y sintió alegría, pero también algo de envidia, por ese amor. Luego, Pedro siguió hablando, casi como con sigo mismo.
—¡Y su cuerpo!.. Soy un pelotudo, ¿sabés?... Nunca me había dado cuenta... ¡Si ni siquiera la había visto en malla!... ¡Increíble!... Es la mujer más espectacular...
Y volvió a callarse.
Su amigo lo miró, sin poder evitar una sonrisa. ¡Pedro estaba hecho todo un idiota! No iba a tener más remedio que hacerse cargo también de su trabajo, al menos por aquel día . ¡No había nada que hacer! Para eso se había creado la “luna de miel”. Claro, ahora sólo se consideraban vacaciones corrientes... ¡Lástima por los demás! No sabían lo que se estaban perdiendo.
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7 comentarios:
jajja me causo mucha ternura como habla Pedro de Mariana!! son tan lindoss!!!
aiiisss tan enamoradoss!! (L)
que pasara con el dr. lanzani cuando se entere? tengo miedo jajjaja
quieroo masss!! =D
UN BESOOO!! ^^
teff
aii!!
se nos volvio todo un romanticoo!
jajajaa
tengoo mieditoo! qq pasaraaa con don lanzanii!!
besossssssss
aaaai que tierno Peter , me encanta aunque me parece raro que no haya aparecido el Sr.Lanzani :S
Espero cap, un besito Miki :)
me encanto el cap
quiero el proximoooooo
nos abandonasteeeeeeeee!! =(
teff^^
donde estas te extrañamos, bueno mas a tu novela jaja
mikita where are youu???ya un mes casi sin noticias! :(..
ya estoy preocupada che!:S..
espero q todo este bien!
saludos!y volve pronto!
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