jueves, 6 de mayo de 2010

"Tormenta de pasiones" cap 7 por MarianTosh!~

Ella agrandó los ojos y le tembló la mano. No fue una reacción de disgusto. Mariana estaba ávida de contacto físico, aunque él dudaba que ella lo supiera. Tendría que aprovechar esa avidez y mimarla, y poco a poco convertirla en un deseo tan intenso que ya no pudiera negarlo. Pero tendría que hacerlo lentamente, porque ella iba a resistírsele en cada metro de camino.
Nuevamente se preguntó qué resultaría más fuerte, si la virtud de ella o la persuasión de él. La incertidumbre sobre el resultado le hizo sentir una intensa expectación.
Le soltó la mano y ató los dos caballos, después le rodeó la cintura y la escoltó por la hierba hacia la saliente de pizarra más cercana. A través de la capa y la camisa, la sintió tensarse y después relajarse aceptando la familiaridad. Saboreando sus flexibles movimientos, sonrió para sus adentros. La intimidad es una red tejida con muchos hilos, y cada pequeño sometimiento de ella era un punto conseguido a su favor.
Cuando llegaron a la proyección rocosa él se apartó para examinar las capas irregulares de piedra oscura.
-Nunca me había dado cuenta de que la pizarra se rompe en esas placas planas.
-No siempre, ésta es una veta de calidad particularmente alta. Pero incluso los filones que tienen más arcilla mezclada servirán bien para pizarras de techo.
A él se le ocurrió una idea.
-Apártate.
Levantó una piedra de buen tamaño y la lanzó contra la saliente rocosa. Se oyó un agudo sonido de rotura y saltaron lascas de piedra. De la roca se desprendió una gran plancha de pizarra dejando la superficie absolutamente lisa. Él la golpeó con la palma.
-Esto podría ser una buena superficie para una mesa de billar.
-¿Y para qué ibas a querer poner pizarra en una mesa de billar? -preguntó ella extrañada.
-La madera suele combarse, sobre todo en las regiones húmedas como Gales. Juntamos varias planchas de pizarra, la cubrimos con tapete verde y tenemos una mesa de calidad superior.
-Ése es un uso frivolo de buena pizarra.
-He aquí una lección para ti, Mariana. La frivolidad suele ser más rentable que la necesidad. -Se limpió las manos-. Le diré al carpintero de la propiedad que cambie la superficie de la mesa de billar por algunas de estas planchas. Si funciona, podríamos tener un beneficioso mercado para las mejores planchas de pizarra. -Tranquilamente le rodeó los hombros con un brazo-. Enséñame el resto de este yacimiento.
Pasaron la hora siguiente recorriendo el escabroso terreno de la colina, calculando la cantidad y calidad de la pizarra visible, y celebrando las travesuras de los carneros pequeños brincando alrededor de sus madres que pacían tranquilamente. Juan Pedro descubrió que era tan agradable trabajar como reñir con Mariana, porque su mente rápida y su franqueza la hacían diferente de todas las mujeres que había conocido. Y para más incentivo, estaba muy seductora con sus severas botas y calzas.
Terminaron el recorrido en la parte más baja de los filones rocosos visibles. Juan Pedro contempló la ladera y señaló un borde que bajaba en curva hacia sudoeste.
-Ése parece el mejor sitio para construir la vía de rieles. No está lejos del río y es todo terreno Aberdare.
-¿Cuándo sería posible comenzar a trabajar la cantera?
El reflexionó.
-Probablemente a mediados del verano. Podría no estar terminada la vía, pero las pizarras acabadas se pueden almacenar mientras tanto. Antes que comience el trabajo tendré que ir a Londres a arreglar el aspecto, financiero. También tendremos que visitar una cantera grande de pizarra para estudiar las técnicas y tal vez contratar a un capataz experimentado. Después está el asunto del nuevo muelle en la costa. Hay que encontrar el sitio y contratar a un ingeniero.
Contempló el valle con mirada ausente, pensando en todos los detalles de que tendría que ocuparse; el dinero no reemplaza la atención personal.
-Estás sonriendo -comentó ella en voz baja-. Como si te hiciera ilusión el reto.
-Mis sentimientos son encontrados. Había estado pensando en vender Aberdare, pero todo lo que me has pedido que haga me va a tener atado a este lugar durante un año o dos.
-¡Vender Aberdare! -exclamó ella, tan consternada como si él deseara embarcar toda la propiedad, dinero, equipaje y ganado, a China-. Pero si eres gales y éste ha sido el hogar de la familia Lanzani durante siglos.
-No soy gales -replicó él-. Soy medio gitano, y aunque mi abuelo se proclamaba descendiente de reyes galeses, la verdad es que generaciones de casados con herederas inglesas han hecho la sangre Lanzani más inglesa que galesa. Aberdare sólo representa una pequeña parte de mi fortuna, y nada me gustaría más que volverle la espalda a este sitio. -Al ver su consternada expresión, añadió-: Esa idea te horroriza más que cualquier otra cosa que haya hecho, ¿verdad?
-No podrías venderla aunque quisieras -dijo ella, ya recuperada la serenidad-. ¿No hay una cláusula vinculante por la cual sólo tienes la propiedad en fideicomiso para legarla a tu heredero?
Él negó con la cabeza.
-En cada generación se ha de renovar la cláusula. Normalmente la renovación se hace cuando el heredero cumple veintiún años o el día de su boda. Sin embargo, los hijos de mi abuelo murieron antes de heredar, y como el viejo nunca me aceptó como heredero, siempre fue aplazando la renovación. Dado que murió repentinamente, todavía no se había hecho cuando yo heredé. Creo que puedo anular esa cláusula si lo intento.
-Pero tú sí eras su heredero, y lo habrías seguido siendo incluso en el caso de que su segunda esposa le hubiera dado un hijo. ¿Qué esperaba lograr no aceptando eso?-preguntó perpleja-
-Oraba por un milagro -contestó él con sorna-. Muy piadoso, mi abuelo. Estaba seguro de que Dios le daría algo mejor que un heredero manchado por sangre gitana.
Al advertir su tono burlón, ella lo miró con interés.
-¿Por eso lo odiabas?
Extrañado por haberle dicho más a esa casi desconocida que lo que jamás había revelado a sus amigos más íntimos, él la cogió del brazo y subieron la ladera hasta los caballos.
-Eso no es asunto tuyo, querida mía -dijo finalmente-. ¿Te han dicho alguna vez que eres demasiado lista?
-Ya. ¿Por qué, si no, crees que soy una solterona? -Montó en la silla y después lo miró muy seria-. Tu abuelo tenía fama de buen cristiano y señor sensato. Estoy comenzando a pensar que la verdad era menos halagüeña.
-Lista, muy lista. Mariana. -Montó su caballo y lo volvió hacia el camino por donde habían llegado-. ¿Por qué te interesa esa historia tan antigua?
-¿Una amante no debe interesarse por su amante? -le preguntó ella dulcemente.
Sus ojos se encontraron y Juan Pedro sintió un momento de extraña vulnerabilidad. Esa mujer podía hacerle mucho daño si no tenía cuidado. Ocultándose nuevamente tras la fachada burlona, contestó:
-Una amante debe interesarse un poco, pero no demasiado. El dinero y la pasión son el cimiento de este tipo de relación.
Decidida a no dejarse desconcertar, ella replicó:
-Puesto que no deseo ninguna de esas dos cosas, ¿dónde me deja eso a mí?
-Como la santa patrona de una cantera de pizarra -contestó él-. Tal vez la llame La Gran Mariana. -Al ver que ella hacía una mueca, continuó-: Volviendo a tus proyectos, quiero hacer una visita a la mina de carbón. ¿Puedes organizar eso a través de tus amigos?
-Seguro que George Madoc estaría feliz de recibir una visita del más importante terrateniente de la zona.
-No es a Madoc a quien quiero ver -dijo él con un gesto de impaciencia-. Preferiría bajar a la mina con un guía que la conozca para ver personalmente los problemas de que me has hablado.
Nuevamente Mariana se sintió confundida. No había imaginado que Juan Pedro actuaría tan rápido ni que estaría tan decidido a cumplir su parte en el trato.
-Uno de mi clase-reunión es picador en la mina. Estoy segura de que estaría dispuesto a guiarte y explicarte los riesgos.
-¿Pondría en peligro su trabajo eso?
-Tal vez. Pero si lo despidieran tú podrías contratarlo para la cantera. Es un trabajador excelente.
-Muy bien. Organízalo lo antes posible, de preferencia a una hora en que no esté Madoc. No hay ningún motivo para buscarnos problemas.
Los dos se quedaron en silencio. Era cerca del mediodía y el calor era impropio de la estación. Dado que Juan Pedro iba con la cabeza desnuda. Mariana decidió que también podía quitarse el sombrero. Después de un largo y frío invierno, los rayos del sol en la cara le parecieron maravillosos.
Juan Pedro desmontó para abrir una puerta por la que se entraba a un prado lleno de ganado vacuno negro gales. Consciente de que él sencillamente habría saltado la valla, valoró la cortesía. Cuando él cerraba la puerta después que ella pasó, comentó:
-Tienes razón respecto a que necesitan atención las prácticas ganaderas locales. Llevar las reses a Londres cada año ha sido causa de que se deteriore mucho el ganado en todo Gales. Mientras estemos en Londres voy a encargarme de comprar un par de sementales de buena calidad para reproducir el ganado. Además de usarlos para mejorar el ganado de Aberdare, los dejaré disponibles para los pequeños terratenientes locales.
La picardía de Juan Pedro debía de ser contagiosa porque ella se oyó decir:
-Supongo que proveer de un servicio local de sementales es lo primero que se le ocurriría a un libertino. Juan Pedro soltó una carcajada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ya parece que se van llevando mejor.. =D

me encanta el juego que tienen de la seduccion!!
estoy intrigada en como siguee!! xD

asiquee esperoo el siguientee cap!!

BESOSS!! ^^
teff