domingo, 2 de mayo de 2010

"Deliciosamente vulnerable" cap 43

Dejó a Fer en su cuna y corrió, entre llantos, a la puerta principal, dispuesta a todo. Pero fue cuestión de abrirla para quedar petrificada. De inmediato volvió a cerrarla de un golpe.

Hubo un momento de silencio, y después se escuchó la voz de Pedro, del otro lado.

—Mariana, ¿qué te pasa?, ¿por qué estás llorando?¡Abrime!

Un montón de sentimientos cruzaron por la cabeza de la muchacha: odio, orgullo.... Pero todos cedieron paso a la desesperación.

Abrió la puerta con lentitud, y sólo cuando Pedro ya se disponía a tirarla abajo.

—Tiene fiebre... ¡Mucha fiebre!... Y no sé que hacer...—llegó a decir.

Y esa declaración de impotencia, en una mujer acostumbrada a tener todo bajo control, la terminó de quebrar. Rompió en llanto, y Pedro la acurrucó entre sus brazos para consolarla... Y ella lo dejó hacer.

Él también estaba conmovido, y hacía esfuerzos para contener las lágrimas. No soportaba sentir el dolor de esa mujer a la que amaba tanto.

—¡Vamos! —ordenó al fin— Traelo. Tengo el auto en la puerta... Lo llevaremos al Hospital de Niños... Y abrigalo, porque hace mucho frío.

Pedro la vio alejarse. Había estado dos horas parado como un idiota frente a la puerta de la pensión, incapaz de tocar el timbre o de irse.

Y ahora sabía por qué.


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Cony miró a su alrededor con algo de asco: así que aquello era una fiesta de pobres... Sin banda en vivo, sin un salón con vista al río, sin caviar, sin champagne en las mesas... Sin periodistas o gente de sociales... Y a aquello iba a tener que acostumbrarse... A ser una más, una desconocida en medio de desconocidos.

Claro que esa fiesta le daba la oportunidad de sentirse admirada otra vez, aunque fuera brevemente. Podía darse cuenta de que era el centro de la atención, opacando incluso a la novia. Su vestido ajustado, cuya tela solamente, debía haber costado más que aquella fiesta; su paso cadencioso, sus movimientos sensuales al bailar, hacían que los hombres se babearan por ella... Y en especial el primo del novio, un ingeniero recién recibido, con un traje barato, pero unos músculos increíbles para rellenarlo. Un hombre al que antes hubiera despreciado sólo al conocer su apellido, pero que ahora le resultaba por demás tentador... Y es que necesitaba alguien que la mantuviera. Necesitaba un marido. Y estaba desesperada.


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Tardaron sólo quince minutos en llegar al Hospital de Niños, un viaje que en condiciones normales difícilmente se hubiera podido realizar en menos de treinta.

Mariana no había parado de sollozar a la par del bebé, hablándole todo el tiempo con una dulzura que inundaba el corazón de Pedro.

Cuando llegaron, corrieron a la guardia. Pero allí los tiempos eran otros... La fiebre de un niño no apuraba a nadie. Era rutina, así que tuvieron que esperar.

Pedro echó un vistazo al chico: ¡era horrendo!... Un negrito, además. Tan distinto a Mariana...

—A ver, muchachos ¿qué le pasa a este niño?

—Vuela de fiebre y ...— se apuró a contestar Mariana.

Pero la enfermera la detuvo.

—Bueno, entonces uno de los dos tiene que venir a hacer los trámites.

—Yo voy... —se ofreció Mariana con resolución, y la enfermera tomó el bebé en sus brazos.

Por un rato lo miró llorar, y después, cuando Mariana ya se había alejado, se lo entregó a Pedro, que se quedó perplejo, sosteniéndolo.

—A ver, papi... Vení por acá...

Pedro intentó explicarse, pero le fue inutil. Sin saber qué hacer, se dejó conducir por los pasillos hasta un cubículo cercano.

Aquel padre improvisado sostenía al bebé como si se tratara de material radioactivo: con mucho cuidado de que no se cayera, pero tratando de establecer el menor contacto físico posible.

La enfermera seguía enfrascada buscando algo. Cuando lo encontró, apoyó sobre la camilla un extraño moldeado de plástico, que después Pedro supo, era una bañaderita de bebé.

—Bueno, papi. Vamos a darle un bañito para bajarle la temperatura, así el doctor lo puede revisar...

—¿No hay remedios para eso? —protestó Pedro.

—Si le doy un antitérmico ahora puedo enmascarar algún síntoma —explicó con cansancio la dama, mientras llenaba de agua tibia aquella extraña cosa—. Vos andá desvistiéndolo, mientras...

—¡¿Yo?! —exclamó Pedro con una mezcla de asco y horror—. No tengo ni idea de cómo se hace.

—¡Ay! ¡Estos padres modernos! —lo retó la enfermera, mientras con pericia se lo sacaba de las manos y lo desvestía ella misma— Andá arremangándote.

—¡¿Yo?! —volvió a preguntar Pedro, pero aquella mujer inmensa le puso una cara que lo hizo optar por obedecer sin más.

Así que se sacó el abrigo, el sweter, y se arremangó la camisa.

Y entonces la enfermera le dejó a ese bebé que odiaba de nuevo entre sus brazos. Y le enseñó a sostenerlo con seguridad. E hizo que lo sumergiera, para horror de Fernandito, que rompió en el más desesperado de los llantos, como si se fuera a disolver al contacto con el agua.

Y ella le explicó cómo debía ir mojándolo, lentamente, y hablándole para calmarlo. Y entonces se fue, dejándolo solo con aquel bebé con el que, ahora se daba cuenta, tenía en común una sola cosa: los dos amaban a la misma mujer.

—Mirá que sos feo ¿eh?... Y tan negro... La puta que debía ser negro tu viejo.

Pasado el impacto del contacto inicial con el agua, y a medida que iba bañando su cuerpo y la fiebre cedía, Fernandito dejaba de llorar, e incluso miraba con atención a Pedro.

—No, y todo bien con los morochos... Pero es que si fueras un poco más rubio podría olvidarme que Mariana...¿Te reís? ¡Claro que te reís!... Sos hombre... Y sabés que estoy pelotudo por tu mamá... ¡Cómo me la sacaste, guacho!

Pedro seguía atendiendo al bebé, incluso con cierta destreza. No era más difícil que sostener a un perro, y bastante más fácil que hacerlo con un gato.

Y le estaba diciendo algo así, cuando Mariana llegó apurada al cuarto.

—¡Disculpame!... No me largaban más... —se excusó avergonzada, mientras tomaba su puesto.

Él le pasó despacio a bebé, y de nuevo se dejó embriagar por su proximidad. Permaneció a su lado, inundándola de su perfume. Ella mojaba y acariciaba a su bebé, y él también comenzó a hacerlo. En un momento sus manos se rozaron, cruzando sus miradas...

Y los dos volvieron a encontrarse.

DIGANME SI NO FUE LO MAS LA RELACION PEDRO - FERNANDO!!!!!!!!!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

IN-CRE-I-BLE! jajajja me encantoo el capitulo!!
la manera que tiene pedro de tomar a la criaturita en brazos, si estaba tierno y todo!
ademas EL final..xD los dos con el bebe haciendole mimos y acariciandolo!! que lindos papas!! =)

quiero mas de estos capitulos impredibles que estas subiendo!! =D

Un besoo!!
teff

Marian Tosh!~ dijo...

fuee fuee lo mas!
perooo somos insasiabless y keremoss mucho muchoo mass!

un pluss!?

es domingo!

y somos unas fieless lectoras!

dalee q si!

jaja

bsitossssss

Camila dijo...

Jajajaj siii maaa tiernoooos

pone otro caaap pliiiiiiiiiiiz como dice marian somos fieles!!!

No aguanto maaas!!!

Porrrfaaaaa quiero q lali le explique a peter lo del bebe!!!


Daleee POR FA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!


Dale

dale

jajjaa

besooooals

caaaam

Anónimo dijo...

Simplemente me encantó!!! Seguro que se va a ir encariñando con Fernandito, y ojala Lali le explique como son las cosas. Me encanta la fic...

Un besote! Y estaría bueno un plus, jajaja

Cinn