Peter subió a su auto, algo apurado.
Desde la vereda de enfrente una chica joven lo miraba con insistencia y, al encontrarse con sus ojos, ella le tiró un beso con desparpajo.
Sabía que provocaba ese tipo de reacciones en las mujeres, y por eso no ese inmutó. Le bastaba una charla casual con una extraña, o la obtención de un número de teléfono, para ponerlo de buen humor. Pero no aquel día. Estaba demasiado cansado. La fiesta de cumpleaños en casa de su madre había sido demoledora: más de doscientos extraños llamándolo “Pedrito”, a la sombra de su padre.
Odiaba ser un “hijo de”... Odiaba estar más de dos horas seguidas con su familia, fuera de un contexto laboral. Amaba la libertad alcanzada a sus dieciséis años, cuando luego de un divorcio civilizado, sus padres le habían permitido ir a vivir solo... Por eso le resultaban tan duras aquellas fiestas.
Volvió a sentir la resaca de la noche anterior en la boca del estómago. Trató de anclar su mente y acomodó el práctico que debía presentar esa tarde en la facultad, (las chicas de la oficina de Impuestos eran unas “genias”,siempre dispuestas a ayudarlo con sus tareas, en forma tan prolija)
Sacudió la cabeza una vez más, tratando de despejarse.
Otro día en el paraíso acababa de empezar.
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Loly volvió a mirar sus hojas en blanco. Realmente no había ido a la sala a estudiar, (de hecho, no entendía mucho en la facultad). En cambio, se había tomado la molestia de caminar hasta alli con sus libros con la secreta ilusión de obtener más datos acerca de sus compañeras de pensión, y en especial de Cony, la chica con la que compartía el cuarto. Y es que si bien hacía ya dos días que estaba allí, la otra apenas le había dirigido la palabra, y sus horarios de sueño raramente coincidían... De no ser por los espejos, los cuatro percheros auxiliares y las numerosas cajas de zapatos, Loly hubiera pensado que estaba sola en aquel inmenso cuarto. Todo el dormitorio parecía una boutique con lo último de la moda de Buenos Aires y, como si realmente lo fuera, tampoco allí le estaba permitido llevarse la ropa, tan a su alcance.
Todavía resonaban en su oído las únicas palabras que le había dirigido Cony como bienvenida: “Hay tres reglas en mi cuarto: no presto plata, no presto ropa, no presto hombres... Vas a ver mucho de las tres cosas, pero no me gusta compartir”
A pesar de la rudeza de esas frases, Loly no podía evitar mirar a su compañera con admiración... Había venido a la Capital esperando encontrarse con todo el glamour de las revistas que leía en su pueblo, y Cony parecía su pasaporte para alcanzarlo. Pero ¿quién era ella?...
Y ahí estaba ahora, en la sala, cuaderno en mano, dispuesta a averiguarlo. Pero en vez del clima cálido que había esperado, se había encontrado con esa momia que no apartaba los ojos de su libro desde hacía más de una hora ¿Agustina se llamaba?... Sí, la que se estaba por recibir de médica... No era muy fea... Poco “producida”, pero no muy fea... Y por lo que había visto, incluso su novio no estaba nada mal.
Durante los pocos días de su estadía en la casa, creía haberse encontrado con todas las pensionistas. Sin duda alguna, la más linda, después de Cony por supuesto, era la chica que había cumplido años el día de su llegada. La que pronto se recibiría de Contadora... Muy linda de verdad, aunque... ¡no se le notaba para nada! La había visto casi sin verla durante dos días: pelo atado, y vestida siempre con la misma ropa, (pollera azul o marrón a la rodilla y camisa suelta)... Nada especial... Pero la noche anterior, al ir a tomar un vaso de agua a la cocina, se la había encontrado de frente con pijama. ¡Era increíble! Una hermosa cabellera larga y negra enmarcando sus enormes ojos. Piernas curvadas... Tetas fabulosas... ¡No parecía la misma! Una clara muestra de lo que la vestimenta podía mostrar o, en su caso, ocultar... De seguro la pobre chica había dejado de lado la moda por estar tan pendiente del estudio.
¡Un ejemplo para no seguir!
En cambio Cony... Ella era perfecta.
—Lo que no entiendo es por qué Constanza está acá, en esta pensión de mala muerte... —se escuchó pensar en voz alta.
Agustina levantó los ojos del libro de neurología, y la miró por primera vez desde que entrara a la sala.
No parecía molesta por la interrupción, más bien agradecida. Ya estaba cansada de estudiar, y hablar mal de Constanza era su deporte favorito.
—¡Ah!... Nuestra querida Cony... —comenzó a explicar, sin mayores preámbulos—. El padre la expatrió. Parece que tenía un departamento en Recoleta... hasta que un día lo allanó la policía. Había de todo ahí adentro, y papi Ríos tuvo que hacer valer sus influencias para que la nena no terminara en “cana”... Como resultado le sacó el “depto” y la mandó de una patada a esta pensión, para que Doña Estela, que alguna vez había trabajado en su casa, la cuidara... Vivir acá es la condición para que “papi” le largue buena parte de la plata que se gana con la cerámica...
—¿Cerámica?
—Sí... “Cerámicas Ríos”... El viejo está forrado.
Una ramalada de envidia golpeó a Loly... ¡Como le hubiera gustado a ella tener alguien que la mantuviera! Un padre rico que se hiciera cargo de sus gustos... Y no era que hubiera trabajado alguna vez, pero su viejo, un médico de provincia, era bastante tacaño a la hora de satisfacer sus necesidades más elementales: peluquería, ropa... Todas esas cosas imprescindibles para una chica. Y es que el pobre no entendía nada. Se la pasaba soñando con que ella terminara una carrera universitaria. Que fuera una más, una mediocre... Justo ella que había nacido para destacar, para ser admirada, para alcanzar un lugar importante...
Un lugar como el que Cony ocupaba.
Mientras seguía pensando, la cara de la niña se descolocaba y sus mejillas enrojecían. Desde el otro lado del cuarto, Agustina, curiosa y divertida, observaba la transformación de esa pendeja de dieciocho años. Conocía esa mirada. Ya la había visto muchas veces en aquella pensión... Sí, era la misma que ponía Constanza cuando algo interfería en su camino.
—¿Cómo te llamabas vos?
—Loly, como la modelo.
—Ah, sí... Claro, claro... Como la modelo —repitió Agustina.
Y sonrió.
Hoy es mi cumple!!!!
jueves, 25 de marzo de 2010
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